36 Se convirtió en asechanza contra el santuario, en adversario
maléfico para Israel en todo tiempo.
37 Derramaron sangre inocente en torno al santuario y lo profanaron.
38 Por ellos los habitantes de Jerusalén huyeron; vino a ser ella
habitación de extraños, extraña para los que en ella nacieron, pues sus hijos
la abandonaron.
39 Quedó su santuario desolado como un desierto, sus fiestas
convertidas en duelo, sus sábados en irrisión, su honor en desprecio.